La belleza de la espera: viviendo el invierno sin prisa.

Por primera vez en 7 años me he levantado amando la nieve y eso que es casi primavera.

No sé si se trata de que he estado trabajando en mis emociones, de que he estado investigando sobre los procesos de la naturaleza y de cómo somos parte de ella o si de debe a que inicié rutinas para dormir mejor y ejercicios que no solo son una celebración de lo que mi cuerpo puede hacer sino que además me ayudan a vivir despacio y a encontrar motivación desde mi interior.

Habiendo vivido más de la mitad de mi vida en un país de clima tropical al que llamaba «como un perfecto día de verano», ahora sé que en muchas áreas el gélido invierno llega cada año, que es inevitable, que es silencioso y quieto.

Pareciera que es el momento de la naturaleza para detenerse y tomar un respiro, inhala y exhala luego de que las otras estaciones la hicieran llevar procesos agotadores.

Pero ¿por qué viene el invierno? Y quiero responder a esta pregunta con algunas reflexiones sobre, el ahora hermoso para mi, invierno.

  1. La respuesta más simple es que el invierno es un ciclo climático, duh. Pero, también es la invitación que el Creador nos hace para recordar la importancia de desacelerar y de permitirnos descansar sin culpa y sin prisa.

Cada día somos empujados a hacer más en menos tiempo, a ser más productivos, a crear más contenido, a ganar más seguidores, a vernos más como esas personas perfectas detrás de nuestras pantallas, a vender más y a ser más como no somos; entonces el invierno nos susurra amorosamente que el silencio en medio de todo ese ruido y la pausa también tienen valor.

2. Florecer es parte de nuestro proceso como seres humanos, aunque no sea literalmente con flores, florecemos desde nuestra alma.

El invierno nos enseña entonces que el florecimiento no ocurre durante todo el año, que es un proceso y que a veces necesitamos alejarnos momentáneamente de las actividades y constantes exigencias externas para enfocarnos en nuestro interior, para reflexionar y nutrir nuestras raíces en la tan temida pero necesaria oscuridad, justo donde nadie puede ver y en donde podemos encararnos a nosotros mismos.

Es en esa pausa donde se da inicio al crecimiento más profundo.

3. Durante el invierno podemos notar belleza en lo más sencillo.

Contemplar la belleza de los árboles al desnudo y el descanso sereno en la paleta de colores de la naturaleza, nos ayuda a comprender que no necesitamos tanto como pensábamos, que mientras la tierra se ve tan gris el cielo tiene los más vivos colores, lo habías notado?. Somos entonces invitados a soltar, a dejar ir lo que ya no nos sirve, a despojarnos de las capas que nos pesan tal y como los árboles dejan ir las hojas que los visten para mostrar esos troncos fuertes y resistentes a cualquier helada que encierran una belleza única.

4. El invierno viene como un recordatorio de que debemos valorar la espera y el tiempo que nos toma crecer.

Estamos viviendo en una sociedad donde la gratificación instantánea nos hace querer trabajar menos queriendo recompensas y resultados de forma inmediata y con poco esfuerzo, algo tan fácil como un LIKE. Nos estamos perdiendo el disfrute del proceso porque estamos enfocados solo en el resultado; el invierno nos recuerda que hay procesos que toman tiempo y que el solo hecho de iniciar esos procesos ya son partes de nuestra victoria y éxito. Las semillas que sembramos están bajo la tierra, en silencio, preparándose para brotar cuando sea el momento adecuado y debemos propiciar ese momento despacio y sin esa prisa que muchas veces no nos trae buenos resultados. Toma el tiempo para ir a tu propio ritmo.

5. El invierno nos enseña a mirarnos hacia adentro.

Cuando nos tomamos el tiempo y damos el valor a mirarnos hacia adentro, de observar y reflexionar sobre lo que pensamos, sentimos o experimentamos, iniciamos el proceso del autoconocimiento para poder comprender de una manera más intencional quiénes somos, qué sentimos y por qué actuamos de cierta manera. A esto se le llama introspección.

Como parte del Vivir Despacio, la introspección es clave para ayudarnos a desacelerar y conectar con lo que realmente queremos, en lugar de dejarnos llevar por las expectativas de los demás y escuchando nuestras voces internas, estas que vienen del corazón, sin el ruido del exterior. Es un tiempo para soñar, planear y sembrar intenciones que florecerán cuando llegue la primavera.

Las semillas que sembramos están bajo la tierra, en silencio, preparándose para brotar cuando sea el momento adecuado y debemos propiciar ese momento despacio y sin esa prisa que muchas veces no nos trae buenos resultados.

En conclusión, el invierno viene para darnos permiso de parar. Para recordarnos que el descanso es parte del ciclo de vida. Como dije al inicio, el invierno llega cada año, es inevitable, silencioso, quieto y nos cubre con su manto de quietud para permitirnos simplemente ser, sin la presión de hacer y así aprendamos a florecer a nuestro propio ritmo.

¿Habías visto el invierno de esta manera? Ahora tú dime, ¿qué es el invierno para ti y qué te ha gustado y aplicarás de este artículo? Me encantaría leerte desde este frío rincón del planeta.

Raquel.


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