Lo que nadie sabía: Mi proceso de sanación y acompañamiento a otras mujeres.

Hablar de violencia doméstica no es sencillo. Durante mucho tiempo, yo también guardé silencio por vergüenza, por no entender lo que estaba viviendo y por pensar erradamente que las personas cambian con el amor que depositamos en ellas. Como muchas mujeres, pensé que si callaba, las cosas mejorarían o simplemente desaparecería de mi memoria. Pensé que si hacía “todo bien”, si dejaba de ser yo para convertirme en lo que otros querían que fuera, la situación cambiaría. Pero la violencia no desaparece cuando se ignora; crece en la sombra y deja consecuencias emocionales que se deben sanar para poder avanzar.

Recuerdo bien y vívidamente muchos momentos en los que fui violentada, agredida y minimizada de muchas maneras diferentes y por diferentes personas en las que deposité mi amor y mi confianza; para mí era muy vergonzoso hablar de ello porque entendí que lo que vivía no era normal, además crecí en un ambiente religioso y mi padre era Pastor y quien siempre me animó a liderar y a valerme por mi misma, no quería mostrar a mis padres que había sido sometida a una situación dolorosa y pensé que me verían diferente, débil y tonta. Aunque sufrí abusos de niña, ya era una adulta, abogada y divorciada cuando entendí que lo que me había pasado no era normal, no era bueno y que me había dejado marcas que al día de hoy sigo llevando con dolor, aceptación y en un proceso de sanidad. No fue durante una escena dramática, sino en un taller dictado por Mayela Carrillo Blanco, fundadora y Directora de la organización «No permitas malos tratos», quien hoy es mi mentora y gran amiga, que pude entender todo lo que me había sucedido y pude por primera vez llorar, liberar mis emociones y decidir sanar.

Mayela se convirtió en esa persona de confianza con la que pude hablar y quien pudo escucharme libre de juicios y sin ánimo de «salvarme»; ella se convirtió en mi guía y una de las razones por la que inició mi pasión de caminar junto a mujeres en medio de situaciones de violencia como guía, apoyo y de una manera que trajera paz y esperanza. Me convertí en esa persona que camina junto a otras víctimas de la misma manera que Mayela caminó y sigue caminando conmigo.

Mi camino de sanación y capacitación

Salir de una situación de violencia doméstica es un proceso largo y no lineal. Requiere reconocer lo que se está viviendo, requiere valentía para buscar ayuda y requiere un proceso amoroso para sanar profundamente. Y eso fue lo que hice.

Siempre me repito que «El conocimiento es PODER», y esto no significa tener el poder de dominar, dañar o destruir, significa tener el poder de tomar decisiones, poder de defender tus creencias de manera saludable y poder de dejar situaciones y personas dañinas. Además, a todo lo que le temo me acerco, es decir que ese miedo de hablar de violencia doméstica y violencia en general, se convirtió en el combustible que me llevó a acercarme a organizaciones especializadas, hablé con consejeras, recibí acompañamiento espiritual y psicológico, y poco a poco reconstruí a esa Raquel que había silenciado desde adentro hacia afuera.

Con el tiempo, decidí transformar mi dolor en propósito. Me formé en temas de violencia doméstica, recursos comunitarios y acompañamiento a víctimas. Trabajé por dos años como Intercesora de Víctimas de violencia doméstica con la YWCA en Knoxville, Tennessee, y hoy acompaño a otras mujeres a reconocer su valor, a buscar apoyo y a dar pasos firmes hacia su libertad, estoy para ellas como alguien lo hizo conmigo.

Tipos de Violencia Doméstica

Este es un tema muy amplio pero haré lo posible de hacerlo entendible en pocas palabras. Cuando hablamos de Violencia Doméstica nos referimos a un patrón de comportamiento abusivo hacia una persona sea esta una pareja íntima en una relación de noviazgo o matrimonio, una relación familiar (padres, hijos, ahijados), y entre personas con un nivel de confianza que va mas allá que el simple compañerismo. Incluso incluye líderes espirituales, compañeros de residencia (roommates), mejores amigos, etc. Aunque legalmente no todas las legislaciones toman estos casos para ser categorizados como criminales, es importante entender que la violencia doméstica no solo ocurre dentro del hogar y sólo con tu pareja.

La violencia no siempre se presenta de forma física, hay una falsa creencia de que si no hay golpes no se está frente a un caso de violencia, es tan ilógico que hasta en casos de violaciones en los que la víctima no lucha contra su agresor, el delito se pone en duda. La violencia doméstica muchas veces empieza de manera sutil: con palabras ofensivas y que minimizan, control (financiero, de qué vestir, de cuándo salir, etc), humillaciones o limitaciones. En ella hay una dinámica de poder y control. Reconocer sus formas es un paso clave para nombrarla y buscar ayuda. Estos son tipos de violencia, y creo que es necesario saber de cada una de ellas:

1. Violencia Física

Es cualquier acto que cause daño corporal: empujones, golpes, patadas, uso de objetos, estrangulación u otras formas de agresión directa. Este es el tipo de violencia más visible y el estrangulamiento usualmente es un acto previo al feminicidio.

Según la OMS (Organización Mundial de la Salud), 1 de cada 3 mujeres en el mundo ha sufrido violencia física o sexual por parte de su pareja en algún momento de su vida.

2. Violencia Psicológica o Emocional

Esta incluye insultos, amenazas, humillaciones, gritos, manipulación emocional, control del comportamiento o aislamiento. Busca deteriorar la autoestima y generar dependencia emocional. Es un tipo de violencia que no deja marcas físicas, pero sus heridas son profundas y duraderas.

3. Violencia Económica o Financiera

Este tipo de violencia se da cuando una persona controla o limita el acceso al dinero, impide trabajar, exige cuentas excesivas o usa los recursos como forma de manipulación. Un ejemplo de esto es impedirle a la pareja abrir una cuenta bancaria o retenerle sus ingresos, también puede ser que se controle las finanzas de la víctima y no le permita disponer de sus ingresos.

4. Violencia Sexual

La violencia sexual incluye cualquier acto sexual sin consentimiento, obligar a prácticas no deseadas, controlar la sexualidad de la pareja o usar el sexo como herramienta de dominación. Es importante entender que el consentimiento es un acuerdo claro, consciente, entusiasta, libre de presión y voluntario entre todas las partes para participar en actos sexuales. Es una comunicación que debe ser continua y puede retirarse en cualquier momento. Un «sí» nunca se puede asumir. Y aclaro esto porque la violencia sexual también incluye el abuso dentro del matrimonio o con una pareja estable, aunque no siempre se hable abiertamente de ello, no por ser pareja o estar unidos legalmente está la obligación implícita de tener relaciones sexuales sin un consentimiento como se describió anteriormente.

5. Violencia Religiosa o Espiritual

Este es un tipo de violencia de que poco se habla porque es un tema muy difícil de enfrentar, pues sucede cuando se utiliza la fe, textos religiosos o figuras espirituales para justificar el abuso, imponer roles rígidos, generar culpa o limitar la autonomía, especialmente en la mujer. Un ejemplo de ello es decir que “Dios manda que obedezcas sin cuestionar” o que «lo que Dios unió no debe separarlo el hombre (ser humano)» aunque haya violencia y abuso de por medio. Usar la religión para impedir que busques ayuda o divorcio, exponerte como desobediente a «la Palabra» o excluirte de tu comunidad por denunciar el abuso son muy comunes en las iglesias.

La violencia religiosa o espiritual es especialmente dolorosa porque mezcla fe con control, generando confusión, culpa y aislamiento.

6. Violencia Migratoria

Este tipo de violencia se da cuando el estatus migratorio se utiliza como herramienta de control, chantaje o violencia. Por ejemplo amenazar con llamar a inmigración si la persona denuncia el abuso, retener los documentos de identidad de la víctima, impedir que una persona aprenda el idioma, impedir que trabaje o acceda a servicios o aislar a la persona de su comunidad para así aumentar su dependencia con el victimario.

Según UN Women, mujeres migrantes y refugiadas enfrentan un riesgo significativamente más alto de sufrir violencia doméstica, debido a barreras lingüísticas, legales y sociales que dificultan pedir ayuda.

7. Violencia Social y Digital 

Estos tipos de violencia han surgido con el auge y crecimiento de la vida detrás de la pantalla.

La violencia social es cualquier acto que atenta contra la integridad física, psicológica o relacional de una persona o grupo dentro de un contexto social, ya sea perpetrado por individuos o por la comunidad, son rumores, difamación, aislamiento dentro de la comunidad y exclusión intencional.

Mientras que la violencia digital son actos de agresión, hostigamiento, amenazas, insultos o vulneración de derechos cometidos a través de medios digitales como redes sociales, correo electrónico o aplicaciones. Esta incluye la difusión sin consentimiento de imágenes, audios o videos íntimos (reales o simulados), la suplantación de identidad y la difusión de información falsa o de odio, con el objetivo de dañar psicológica, emocional o socialmente a una persona; incluye el ciberacoso (acoso en redes), control del celular, vigilancia, difusión de imágenes con o sin consentimiento.

Reconocer estos tipos de violencia es un acto de valentía. Nombrar lo que pasa nos ayuda a protegernos, buscar ayuda y acompañar a otras

Si estás viviendo Violencia Doméstica, esto es importante

Si algo de mi historia resuena contigo, quiero que sepas esto: no estás sola y no es tu culpa. Nadie merece vivir con miedo, control o humillación. Existen caminos y redes de apoyo que pueden ayudarte y aquí algunos pasos prácticos que pueden orientarte:

1. Habla con alguien de confianza y busca acompañamiento continuo

Una amiga, líder espiritual (que reconozca que la violencia doméstica no está dentro del plan de Dios), una trabajadora social o línea de ayuda puede ser ese primer espacio seguro para romper el silencio. Salir es solo el primer paso. Sanar lleva tiempo. Participar en grupos de apoyo, terapia y espacios comunitarios puede ayudarte a reconstruir tu vida desde el amor propio.

2. Busca apoyo profesional y crea un Plan de Emergencia

Hay organizaciones y líneas telefónicas que brindan atención gratuita y confidencial. Algunas de ellas son «No Permitas Malos Tratos» en Venezuela, y en USA la YWCA, Helen Ross McNabb Center, Family Justice Centers, entre muchos más. Ten a mano documentos importantes, identifica lugares seguros y elabora un plan de emergencia incluso si no está en tu mente dejar a tu abusador.

4. No minimices la violencia emocional, psicológica o aquellas que no son visibles

El abuso no siempre comienza con golpes. Control, humillaciones, aislamiento y amenazas también son formas de violencia.

Lo hago porque…

Hoy escribo este artículo no desde el dolor, sino desde la libertad, la fortaleza y la esperanza. Mi historia no me define como víctima, sino como una mujer que eligió a usar su voz para apoyar a otras mujeres, como una mujer decidida a sanar y florecer en comunidad, como una mujer sin miedo al qué dirán de mi.

Si estás leyendo esto en silencio, con el corazón acelerado, quiero que sepas que tú también puedes hacerlo. Hay una red de personas y organizaciones dispuestas a ayudarte a dar ese paso porque no tienes que hacerlo sola, recuerda que tienes dignidad y tu vida vale demasiado para permanecer en la sombra, Dios te creó para brillar y florecer.

Cuando una mujer encuentra su voz, muchas otras encuentran el valor de alzar la suya también.

Si estás en peligro inmediato

  • Llama al 911 (en USA) o al número de emergencia de tu país.
  • Busca un lugar seguro y no dudes en pedir ayuda.

Habla conmigo en confianza

Yo te entiendo. Si deseas apoyo, acompañamiento o simplemente que alguien te escuche, escríbeme de forma confidencial. Juntas podemos explorar recursos, opciones y próximos pasos seguros.Te escucharé con absoluta confidencialidad, con compasión y con amor.

Email: latinastime@gmail.com

Instagram: @raquellealalvarez


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